escuela Normal D2020_02-18-2015

Escuela Normal de Dolores-

Compartimos una de las primeras producciones generadas desde este espacio de innovación en la enseñanza de la ciencia. Un texto escrito en 2007 por la profesora Marilena Rossi, docente fundadora del museo y referente institucional en el Área de Ciencias Naturales. Como en aquel momento, la vigencia de sus reflexiones continúa invitándonos a pensar.

La Ciencia: ¿Dios o demonio?

La comprensión pública de la ciencia ha dejado de ser, a partir de la segunda mitad del siglo XX, una cuestión secundaria.

Sabemos que la ciencia es eficaz y sabemos que nos dice que está abocada a la búsqueda de la verdad del mundo real. Pero ¿es la Verdad?

La ciencia aspira a conocer verdaderamente el mundo, pero la relación entre conocimiento científico y verdad es compleja: en primer término porque toda teoría científica posee enunciados fundamentales de los cuales no puede decirnos que sean verdaderos y en segundo término porque en todo momento histórico hay modelos que conviven en tensión y donde según se adhiera a uno o a otro las consecuencias sociales serán muy diferentes. Estas perspectivas obligan a un análisis crítico y a una discusión pública acerca de la actividad científica que excede el ámbito académico.

En los libros, en los artículos periodísticos y a través de la televisión se hacen las más extravagantes afirmaciones invocando, en busca de prestigio, que tal o cual cuestión está “científicamente comprobada”. Nos están queriendo decir: “compren, que lo que decimos es verdad, que lo que vendemos es eficaz.”

¿Por qué el imaginario colectivo ha sido presa de semejante triunfalismo como si la ciencia fuera una fuerza única, distinta y omnipotente, capaz por sí misma, de mejorar el mundo? Si se nos presiona un poco, podríamos llegar a reconocer que en el mundo desarrollado, no es posible vestirse, ni alimentarse, viajar, procrear o entretenerse, sin la intervención de la ciencia. Y, después de todo, ¿por qué bajarla del pedestal si tanto el volar como el agua hervida eléctricamente son, de distintitas maneras hechos milagrosos y nuestra idea de Dios está asociada, por lo general, a los milagros?

Está claro que los beneficios materiales de la ciencia y la tecnología, han transformado nuestras economías y nuestra salud, pero no sería prudente olvidar que los beneficios de la ciencia no dejan de tener un cierto costo y no deberíamos dejarnos encandilar por dichos beneficios, pensando que la ciencia puede ofrecer la solución mágica a todos los problemas y a todas las dificultades de la humanidad. Y aún más cuando el fantasma de las armas biológicas y las bombas atómicas nos demuestran que la ciencia no sólo puede ser deficiente en ese sentido, sino francamente hostil.

Repensar estas cuestiones sería, cuando menos, un buen ejercicio. ¿El lector esperaba una respuesta a la pregunta inicial? Seguramente cada uno podría ensayar la que le resulte más eficaz, aunque no sea, una vez más, la Verdad absoluta.

 

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