Por P. Maxi Turri
-segunda parte-
El viernes pasado nos acercamos a la Palabra de Dios y descubrimos la necesidad de generar el momento del encuentro. Momento necesario y deseado.
Hoy seguimos los pasos de la Escritura y vamos a preguntarnos qué NO es la Biblia y qué SI es la Biblia.
Vamos a charlar sobre la primera: No es un libro de historia. Dice un libro muy antiguo de la Biblia: “Moisés fue a decir a todo Israel: ya tengo 120 años. En adelante no podré ejercer ninguna actividad” dice el libro del Deuteronomio (DT 31, 1-2). Vemos que, partiendo de este texto, es imposible leerla como datos solamente históricos. ¡Sería una burla creer que Moisés tenía 120 años!
Segundo: NO es un libro científico: (por ejemplo: la creación en 7 días) cualquier científico se nos reiría si afirmamos esto. Tercero: NO es una obra literaria: no busca ser una recopilación de los grandes poetas judíos o cristianos que existieron a lo largo de la historia. Cuarto: NO es un recetario moral: donde están indicados todos los comportamientos de los hombres. Lo que está bien o está mal. Quinto: NO es un catecismo. Sexto: NO es una obra para especialistas. En resumen, a todo lo dicho aseguramos que la Biblia: NO es un libro de historia. NO es un libro científico. NO es una obra literaria. NO es un recetario moral. NO es un catecismo. NO es una obra para especialistas.
Visto con mirada rápida y concisa que no es la Biblia, los invito a preguntarse ¿Qué SI es la Biblia?
Primero: es el libro que narra la experiencia de fe de un pueblo que dialogó con Dios. Todo lo escrito es sólo lo vivido por el Pueblo de Dios. Que miró toda su vida desde la Fe en su Señor. El pueblo de Fe que entiende su vida solamente desde esa manera. No entiende su vida si no es desde la Fe en el Dios de la historia.
Segundo: es el libro que muestra el plan de Dios para con los hombres. Todos podemos “mirar” en la Biblia lo que Dios piensa para cada uno. No de modo literal. No que se tenga que repetir tal cuál en mi vida. Eso quiere decir, que no tenemos que hacer cada palabra que nos dice. Pero si ver cuál es el plan de Dios. Que eso si está escrito ahí.
Tercero: es el libro que nos permite encontrar el sentido de nuestras vidas. Esto tiene relación con lo anterior. Si descubro cuál es el plan de Dios para mí, podré saber cuál es el sentido, nada más ni nada menos, que saber para que existo.
Cuarto: es el libro de los amigos del Señor. Quienes nos invitan a nosotros a revivir la maravillosa experiencia de Dios. Cuando nos acercamos a la Biblia descubrimos a tantos que creyeron y que nos ayudan a nosotros a creer. No sin esfuerzo. A ellos también les costó. Cómo a nosotros. Pero vista la vida de ellos desde nosotros, nos damos cuenta de donde radicaba la felicidad de ellos. La fidelidad de Dios fue y es la alegría más auténtica que los hombres podemos experimentar.
Para terminar, hagamos juntos un ejercicio. Si tenes a mano una Biblia buscate el Salmo 119, 105. Dice así: “tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino”. La palabra en Dios es eficaz, o sea, hace lo que dice. En hebreo, el idioma con el que fue escrito, esto se aprecia fácilmente. “Dabar” significa “palabra” y “acción”. La creación se realiza por medio de la palabra dice el Génesis (Gn 1). Dios se relaciona con el hombre por medio de la palabra. Y ésta engendra vida (Is 55, 10-11). Esto Jesús lo enseño por la semejanza con la semilla: “El sembrador siembra la Palabra. (…) los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno”. (Mc 4,12).
En la creación, lo primero que se crea es la luz (Gn 1,3). Esta luz es la que engendra vida. No hay vida vegetal si no hay luz. Jesús nos dice: “Yo soy la Luz del mundo” (Jn 12, 46), porque da vida. Él es el que da vida al mundo. Pero también nos dice a nosotros: “ustedes son la luz del mundo” (Mt 5,14). O sea, nosotros somos llamados a dar vida al mundo. La luz que estamos llamados a dar no proviene de nosotros mismos, es
la Luz que irradiamos en la medida que estamos unidos a Él. En la medida que permanecemos en Él, daremos fruto. Y fruto abundante: “Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos” (Jn 15,7-8).
Con este ejemplo quise mostrar como el encuentro con la Biblia, dentro de la Fe de la Iglesia, nos ayuda a descubrir el proyecto de Dios. En su pueblo, en nosotros. Él puede engendrar vida, pero nosotros debemos buscarlo con todo el corazón. Buscar el encuentro con Él.
Que cada día puedas tener, estimado lector, el llamado a encontrarte con Él. Llamados a encontrar-nos con Su Palabra. Llenarte de la vida que te quiere regalar. Y poder decir como el salmista: “Tu Palabra es una luz en mi camino” (Sal 119, 105)
¡Hasta la semana que viene!
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