– Por P. Maxi Turri –
Estamos todavía en el tiempo de pascua. Tiempo que culmina con la celebración de Pentecostés. Desde siempre la iglesia tuvo conciencia que la pascua es un largo único día. Único día en el que celebramos que nuestro Dios murió pero está vivo. Está vivo por eso celebramos, porque lo peor que nos puede pasar, la muerte, fue vencida por nuestro Señor.
Este es el día que esperan los que perdieron la razón de su vivir. Este es el día que esperan los que nada esperan. Este es el día de todos los que ponemos la confianza en algo más allá de los bienes materiales, o el poder. Este es el día en que la muerte ya no tiene poder. Día en el que todos los bautizados participamos de la Vida de Dios. Este es el día que espera el Pueblo Judío, el día de la llegada del Mesías, el que había sido prometido por toda la historia.
El Señor lo hizo; lo hizo para hacernos formar parte de su misma Vida. Lo hizo para que nosotros seamos hechos en él. Nuestra vida se entiende solamente si la “miramos” a la luz de su amor. Desde este día no hay vidas de casualidad. Sea cuál sea el origen, toda vida tiene en el Señor resucitado el sentido de su existir. No hay vidas de casualidad.
Nosotros entramos a formar parte de este día el día en que fuimos bautizados. Cabe entonces hacernos esta pregunta querido lector: ¿recordas en qué fecha fuiste bautizado? Esta es una de las preguntas que más uno hace y que menos respuestas tiene. Si apenas llegamos a descubrir lo que significa el bautismo: formar parte de la Vida de Dios, abrirse las puertas de la esperanza, entrar a ser parte de la Iglesia de Cristo. ¿Cómo no saber el día en que entramos a formar parte “del día que hizo el Señor”?
El bautismo es para la iglesia la nueva vida en el bautizado; así lo enseña el apóstol Pablo: “El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente (2 Cor
5,17). “Ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de la luz (Ef 5,8)
¡Cuánto necesitamos volver a “refrescar” nuestro bautismo! Cuanto necesitamos volver a nuestra pila bautismal, donde un día nuestros padres y padrinos dijeron en nuestro nombre; “creemos”. Creemos en “éste día”. Creemos que Jesús venció la muerte, creemos que es nuestra esperanza, creemos que nos ama hasta el fin, creemos que formamos parte de la Iglesia de Cristo, creemos que se nos regaló la Vida eterna, creemos que ya “no somos nosotros los que vivimos, es Cristo el que vive en nosotros” (Gal 2, 20)
“Este es el día que hizo el Señor” este es el día que creemos los cristianos. Día que necesitamos descubrir. Día que nos ilumina ante tanta oscuridad que nos rodea. Día que nos trae la alegría y la esperanza. Día que nos concede nuestra Fe.
Por último, cinco ideas que nos ayudarán a descubrir el bautismo que nos hizo formar parte del “día que hizo el Señor”. Primero: Es el sacramento común de todos los cristianos. La iglesia lo administra luego de que Jesús lo mandará a hacer: “Jesús les dijo: Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo” (Mat 28,18-20) Segundo: el Bautismo vale de una vez para siempre. No puede ni quitarse ni repetirse, porque el cristiano recibe un sello espiritual que, sin verse, marca su pertenencia a Cristo. Esa “marca” no se borra por ningún pecado, auque ese pecado impida al bautizado dar frutos de salvación. Tercero: el Bautismo establece una relación personal con cada una de las personas de la Santísima Trinidad: “nos hace participes de la naturaleza Divina” (2 Pe 1,4) significando que somos hijos adoptivos de Dios en Cristo Jesús, que es el único Hijo de Dios Padre. Se nos regala la Fe, la Esperanza y la Caridad. Para creerle a Dios, esperar en El y llegar a amar como El. Haciendo de la vida entera una presencia de Dios en medio de la familia, el trabajo, el estudio, etc. Cuarto: El Bautismo borra de nuestro
corazón el pecado que nos hace rechazar a Dios, el que llamamos “pecado original”. Nos hace formar parte de la Iglesia, siendo hermanos y responsables unos de otros. Por eso decimos en verdad: “Padre nuestro”. Y por último, quinto: el Bautismo es un comienzo. Un regalo de Dios que hemos de hacer dar frutos a lo largo de toda nuestra vida. Si somos fieles a Dios en la Fe, la Esperanza y la Caridad, el Bautismo actúa en nosotros y se acrecienta.
Estimado lector, que cada semana nos encontramos en este espacio, ojala puedas descubrir el regalo que Dios te hizo “este día”. Descubrí, más allá de lo que hoy mismo te toca vivir, que perteneces a Dios. Que desde el día de tu bautismo, una nueva vida vive en vos… “Este es el día que hizo el Señor”, alegrémonos en Él” (Sal 118, 24)
¡Hasta la semana que viene!
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