Por Dra. Ana Verónica Carballo de Suárez.
Así como Julio César se paró frente al Rubicón y expresó su frase célebre: “Allea jacta est” así nosotros quedamos parados frente a cada nuevo cambio de gobierno, sin saber a ciencia cierta que nos depara el futuro, todo ello debido a la apatía de los ciudadanos ante la cosa pública “política”. Ya lo decía Aristóteles que el hombre es” zoom politikón”.
La apatía de no querer participar en la cosa pública es debido a la misma educación que se aprende en las escuelas y que lleva a retrasos generacionales, es un circulo vicioso, si se enseñara desde edad temprana por el interés público tendríamos más ciudadanía participativa.
Cuándo entenderemos que el verdadero crecimiento económico sostenible solo se da con la educación del pueblo y no con políticos que prometen salvarnos del default.? Cómo lograr los ideales más preciados de la humanidad?: la libertad, la democracia y la paz si seguimos tolerando meras reformas educativas sin verdaderas transformaciones, después de haber pasado por cuatro facultades pertenecientes a universidades públicas y haber recibido tres títulos universitarios, viví en carne propia las vicisitudes de la educación pública de nuestro país, de lo que es un paro de “no docente”, de lo que es ser “conejillo de indias” de una reforma del sistema educativo, de lo que significa que te levanten una carrera universitaria por considerar que la cantidad de alumnos no justifica el mantenimiento de la misma, etc… Sin una verdadera transformación en la educación cómo lograremos que se comprenda que ninguna civilización es superior a otra, y que ningún ciudadano es superior a otro, sino encaramos una educación basada en los valores.
Cuándo haremos como Platón que obligó a sus vigilantes a regresar a la caverna y a someterse al peso de la realidad terrena,(el espíritu solo obra cuando arriesga enfrentar la plena realidad social y cultural). El propio Estado no puede seguir proveyendo los mejores edificios y los mejores recursos didácticos a la población que se encuentra en las mejores condiciones económicas, tendrá que ser al revés, darles más a los que menos tienen sino nó lograremos la igualdad. ¿Qué pasaría si todos los políticos estuvieran obligados a enviar a sus hijos a la escuela pública?, creo que habría una mayor preocupación por la educación pública, todos tendrían que tener la misma oportunidad de enseñanza sino no habrá igualdad ni equidad. No se puede concebir a la
educación como una técnica. El enseñar es un despertar en el otro, como Sócrates que postuló a la educación “como una obra de la responsabilidad más profunda que exige conducir al educando hacia sí mismo, hasta que encuentre en su interior las eternas estrellas, guías que alumbren su existencia”.
Enseñar jugando y enseñar a jugar, no abandonar a los niños frente a un televisor o computadora sin control, nosotros que tuvimos la oportunidad de jugar como niños, bella niñez la mía en la que jugábamos con mis hermanos y mis primos a la escondida, a la mancha, a la rayuela, a la payana, a representar obras de teatro o armar balsas con troncos, casas de indios con madera y hasta una fábrica de títeres casera.
El educando debe ser educado para la tranquilidad interior y no para el consumismo y la superficialidad. El hombre debe ser formado en primer lugar con conciencia de responsabilidad y no para el placer ni para el mero vivir, enseñar responsabilidad por el futuro de Argentina, a innovar, a proyectarse.
Hoy nos toca vivir en un país donde ser de clase media es un privilegio ya que hay más de un cuarto de pobres de la población total y nos obliga a devolver a nuestro país algo de lo que hemos recibido, luchar por los que menos tienen, por los que menos alcanzan a recibir una educación digna. Necesitamos educadores verdaderos, la finalidad de la escuela no es la impartir conocimientos fríos y neutros, sino introducir en el mundo de los valores y no como una meta en los negocios solamente, enseñar a razonar, a ser curiosos y no a memorizar. Y a altura como diría Silvina Gvirtz: “Formar personas autónomas, democráticas, preocupadas por el prójimo con vocación inclusiva y responsabilidad social”.
¡De qué sirve la educación si no se puede ayudar a los demás a obtenerla!?
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