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-Por Roberto Willy Crippa-

Estoy en la recepción de un consultorio, me rodean otros tantos que como yo esperan que llegue el turno de ser atendido, como la mayoría nos conocemos se entablan conversaciones familiares, de actualidad, política y de recuerdos de tiempos pasados. Otros releen viejas revistas desgastadas por el manoseo y que se apilan en la mesita del rincón tantas veces vistas.

No tengo ganas de conversar, tomo una y como al descuido empiezo a hojearla, me detiene la imagen publicada de ese sabio de la humanidad difícilmente no reconocido por todos que legó al mundo su famosa Teoría de la Relatividad; me refiero al Albert Einstein.

Interesado en la imagen, miro el título del artículo; que es el que encabeza este, me atrae y me enfrasco en su lectura. Como es posible que el sabio de las partículas invisibles, las ecuaciones que lo llevaron al pronunciamiento de teorías y nuevos conocimientos del universo pudiera también pensar en el amor.

En él, encuentro la reproducción de una carta que envía el sabio a su hija con su pensamiento del amor que no puedo dejar de transcribir.

“Cuando propuse la Teoría de la Relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo trasmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los prejuicios del mundo. Te pido aun así, que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación.

Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que, hasta ahora, la ciencia no ha encontrado explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y que aún no haya sido identificado por nosotros.

Esta fuerza universal es el amor. Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.

El amor es luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El amor es gravedad porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia porque multiplica lo mejor que tenemos y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios y Dios es amor.

Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Esta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el ser humano no ha aprendido a manejarlo a su antojo. Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E=mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe porque no tiene límites.

Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo, y la avaricia que asola el Planeta. Sin embargo cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.

Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía esta energía universal, querida LieserL, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede porque el amor es la quinta esencia de la vida, amar todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede porque el amor es la quinta esencia de la vida.

Lamento profundamente no haber sabido expresar lo que alberga mi corazón, que latido silenciosamente por ti toda la vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a esta última respuesta.

Tu padre Albert Einstein con todo mi amor.

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