El reencuentro de unos “pibes” de aquel prestigioso Estudiantes que hizo escuela
El reencuentro de unos “pibes” de aquel prestigioso Estudiantes que hizo escuela

Cuando llegaron a La Plata no tenían mayoría de edad, ni el Club Estudiantes había ganado campeonato alguno en la era profesional, pero ya tenía prestigio. Raúl Forteis vino primero, en 1965, para jugar en Sexta, con dos valijas que armó en su casa pobre de Beruti, un pueblito de Trenque Lauquen, cuando en una final de la Liga Estudiantes lo vio defender muy bien al equipo del GIAT (Grandes Industrias Argentinas Textiles).

Francisco Galay llegó en 1967, para Quinta división, desde la ciudad de Dolores, donde se inició futbolísticamente en Ferro Carril Oeste, de aquella Liga donde también metió unos cuantos goles.

Y se juntaron en la Tercera, cuando se jugaba los domingos, siendo el primer partido y con cancha semi llena. Cuando la Tercera de Estudiantes, además de sus victorias, había plasmado un estilo gratificante por su limpieza, técnica y efectividad. Cuando muchos de sus integrantes ya estuvieron maduros para el trasplante a la división superior.

La previa de Estudiantes y Racing por la tercera fecha de la Copa de la Liga fue atrayendo a los famosos «duendes», añoranzas de los sesenta, de verdaderos clásicos entre las dos camisetas de la Argentina que habían conquistado el cetro mundial (junto a Independiente).

Desde Dolores salieron a las 17 horas, el ex goleador Galay (hoy Director de la Escuela de Fútbol en el mismo Ferro). Lo pasaron a buscar por la casa dos socios del interior Pincharrata. Dolores no tiene la humedad de acá, ni la humedad cero de Mar del Plata, pero la temperatura se olvida cuando uno elige un lugar que el corazón pide.

—¿Vamos hasta la Pensión donde viví? La quisiera ver… ¿Qué habrá ahora?
Calle 55 número 414, entre 3 y 4.

Dejaron el auto a la vuelta y caminaron, hasta encontrar igual, pero cerrada. Donde estaba el garaje de la pensión hay un kiosco, un señor sentado en la vereda, al que “Quito” se le acerca:
—¿La pensión sigue funcionando?
—Sí, adentro, en el kiosco, está el dueño
—¿Osini?
—¡Sí… es Osini el apellido!

Cuando dejó de atender, el señor Hugo Osini se estrechó en un abrazo con ese canoso, que era una promesa de gol cada partido de Estudiantes. Sus padres, Eusebio Osini y Sara Monetti, ya no viven, pero quedó en la memoria de tantos futbolistas juveniles.

“Vos eras chiquito, 12 años, cuando te conocí”, dice Galay. “Tu mamá era como mi segunda mamá. Nos limpiaba la habitación, nos enceraba el piso, nos daba de comer todos los días”.
Galay le decía a los Facio, padre e hijo, que esa estructura «está igual», que adentro había muchas habitaciones (unas nueve), con escaleras. Cuando vuelve a la charla con Osini, llegará otra emoción: “a media cuadra vive Forteis, en 2 entre 55 y 56”.

—No puede ser… (se sorprende Galay).

Es que Galay y Forteis compartieron la misma habitación de esa pensión, que además de jugadores amateurs contaba con estudiantes universitarios.

Lo que son las casualidades. Cuando Galay enfiló hacia el Estadio UNO, a los 2 minutos pasaba por el kiosco el nombrado Forteis. “Estaba imposible caminar por la vereda de 56 por tanta gente, y vengo por 55, la vereda de enfrente. Pensé en hacerle una broma a Osini, crucé la calle y hago como que le quiero meter la mano en el bolsillo… ¡Raúl!, ¡Raúl!, veníii!… ¿Sabes quien estuvo recién? Galay, tu compañero de Estudiantes. Se fue por 56…”
Con 75 años, y la sensación térmica por las nubes, Forteis caminó a mayor velocidad que nunca y entre las cientos de personas, apuntó la mirada, como quien busca un tesoro, del que solo sabía “tiene remera fluor naranja y el pelo blanco”.
El abrazo del reencuentro será interminable.

“Fuiste como mi hermano”. “Vos cuidabas de mi y yo cuidaba de vos”. Como si los hinchas que circunstancialmente pasaban por el lugar (donde la hinchada hace “la previa”), parecían volver aquellos compañeros que compartían la misma pensión. ¿Quiénes? Romeo, Pagnanini, Baley, Pernía, Trullet, Taverna, Pezzano.
Muchos de ellos, en la previa a la final en Inglaterra, reemplazaron por el torneo local a los leones titulares. El domingo 6/10/1968, ante Colón, cuando el técnico alterno Juan Urriolabeitia armó un combinado de tercera y reserva, consensuado con Zubeldía. Once que tuvieron a Gabriel Flores; Forteis, Spadaro, Barale y Fucceneco; Cremasco y Pagnanini; Lavezzi, Orife, Taverna y Zibechi. Dos días después partió la delegación que trajo la Copa Intercontinental.

En el mismo año 1968 fueron campeones del Metropolitano, en Tercera. Jugaron 22 partidos, con 17 triunfos, 1 empate y 4 caídas; 50 goles a favor y 13 en contra.
En la fotografía. Arriba: Fiqueprón, Forteis, Pagnanini, Verde, Leone, Pezzano, Baley, Rocca, Holsman. En el medio: Ronco, Zuccarelli, Yorlano, Timko, Urriolabeitia, Di Maria, Taverna, Alvarez. Abajo: Trullet, Zibecchi, Galay, Alemanni, M. Rodríguez, Pernía, Romano, Augier.
Otros integrantes: Fariscoy, Dominé y Horacio Rodríguez.

Este periodista de Vive La Plata conversó con Forteis y Galay luego del sorpresivo y no pautado encuentro que resultó muy emotivo.

Forteis: “El primer año viví en la pensión de 50 entre 7 y 8, que regenteaba Miguel Ignomiriello. Estaban Tato Medina, Zibecchi, Aguirre Suárez, Miguel López. Pasaba de un pueblo de mil habitantes a una ciudad como La Plata, pero me decidí. Iba al Normal 2, en calle 8 y 58, comía en la sede del quinto piso y de ahí a la pensión”.
“En el año 69 hice una gira por Colombia, Estados Unidos y España donde le ganamos una copa al Atlético de Madrid, la Teresa Carranza. Ahora que volví a ver a Quito, que vivía conmigo, me recordó: ‘le trajiste un perfume a mi señora’ (jajaja), ni me acordaba”.

Galay: “Para mí era como un hermano. Estábamos en la misma habitación, el me cuidaba a mí y yo a él, nunca una discordia. No creí que lo iba a encontrar en esos momentos. Si nos faltaba comida, y a mí me mandaban una encomienda, terminábamos compartiendo. Vivir en una pensión está claro que no es lo mismo que cuando estás con tus padres. Sabes las veces que llore, miré el bolso y dije me ‘vuelvo a Dolores’. Pero no tenía que aflojar para cumplir mi objetivo de jugar en Primera. Son enseñanzas que después te sirven para convivir en la sociedad”.

Forteis no está concurriendo a la cancha, y Galay empezó a meter una racha de visitas desde el año pasado, con visitas previas, como la que hizo al Country. El lunes se ubicó con sus amigos dolorenses en la platea de 115, fila 8, asientos 23, 24 y 25, más cercano a la popular del Albert Thomas. “Lo veo mejor que el año pasado, con Enzo Pérez y unos chicos adelante que se mueven bien y le dan buen destino a la pelota. Antes la retenían en el fondo y morían en un pelotazo. Ahora intentan jugar. Enzo en las pelotas cortas no se equivoca, ahora juega más la cabeza que las piernas, y eso lo dan los años”, reflexionó “Quito” Galay.

Después del 0 a 0, con los Facio, salieron para Dolores, arribando a las 2.30 AM. Cuando salieron a las 17, nunca pensó el ex goleador que volvería a vivir tantas cosas lindas.