Merecido reconocimiento a “Quito” Galay
Merecido reconocimiento a “Quito” Galay

El mejor juez es el tiempo (ya lo saben en Estudiantes)

El cuento terminó con un resultado, 1-1, con el Red Bull Bragantino echo un “toro” tal la mascota que lleva en su escudo, lejos, muy lejos de la tibieza que los equipos brasieños evidenciaron algunas veces. Pero hoy, como si rigiese una ley, aquellos que vienen con menos peso histórico, más ruido provocan. Puede que clasifiquen en el primer puesto de la zona —vaticinio, por la ventaja de dos puntos, a una fecha del desenlace—. Estudiantes anda agazapado, y quedar segundo no lo sacará de competencia, pero estirará una definición entre un equipo de Copa Sudamericana y otro de Liberadores, las dos competencias de Conmebol más importantes.

 

Sería todo muy matemático, como bailar sin música, si vemos el fútbol solo como una chance, cuando el Estadio tiene mil cosas, un mundo de almas que mueven a la pelota. Detalles, hasta la hermosa visualización que debutó hace un mes, con dos escuditos y el carnet de identidad: Estudiantes de La Plata. Terminó anoche, bien tarde, otro partido de la historia. Acá le vamos a contar muy especial, que pasó el mismo día (antes-durante-después).

El partido comenzó a vivirse muchas horas antes, a las 14 en punto, desde que salieron de la ciudad de Dolores tres personas, en un auto, y uno de ellos fue un ex delantero albirrojo de los años sesenta. Llegaba de Ferrocarril Oeste de Dolores. Pasaron cincuenta años y no había más noticias suyas, a no ser cuando llega para recomendar un pibe, al Country.

Dos socios albirrojos que viven en aquella ciudad, los portadores de una bandera “Familia Facio – Dolores Bs.As.”, armaron una estrategia hermosa: un contacto de la Comisión Directiva, el aviso que vamos con el rompe redes de los años sesenta y setenta.


Ese héroe es “Quito”, Pablo Francisco Galay, para más datos, campeón de Tercera en 1969, cuando la Tercera era una reserva actual. Cuando Estudiantes empezaba a hacer diferencia con el “valor agregado” de aquellas pensiones en distintos lugares de la ciudad, casas de familia. El dolorense Galay era entonces uno de los delanteros que intercambiaban sueños, costumbres y acentos pueblerinos: el pampeano Pedro Verde, el tandilense Daniel Romeo, el arrecifeño Victoriano Dominé, el veinticinqueño Juan Taverna, el nicoleño Francisco Alemanni, el tucumano Jorge Augier y el misionero César Brites. Muchos de ellos debutaron en Primera cuando el plantel profesional entró a jugar “doble competencia”, las doble confrontaciones de “Copas América y Mundial”, como les llamaban la legión de futboleros. En 1970 pensó en él Osvaldo Zubeldía, que ese año (empezaron los cambios) lo llevaba al banco a Galay y lo ponía en lugar de Marcos Conigliaro. “Quito” lleva en su alma esos cuatro partidos con “El Huevo”, maestro de maestros.

El lector sabrá disculpar, pero en el comentario trataremos de demostrar por qué no el primer tiempo se escapó, se dilapidó, se fue 0-1, en la agonía de la última jugada. Acaso sea por mayor virtud brasileña. Tal vez por la explicación tipo de casette del DT Eduardo Domínguez: “Nos faltó entrarle en los últimos metros”, limitada a un análisis que no saldrá a la luz para la mirada de todos nosotros, los espectadores.

Aquel muchacho que dirigía el “Vasco” Urriolabeitia y preparaba físicamente Solé, que atendía el doctor Maroni. Una licencia por el Día del Periodista, como hacía mi espejo secreto en la profesión (no lo conocí), el prestigioso Mercurio, que sobre esa Tercera campeona del 69, escribió un título que llega hasta hoy, donde el tiempo es el mejor juez. “La importancia de la buena educación”, tituló el colega, hace 54 años. Ahí arrancó Galay, en esa temporada que alternaba Cuarta (máximo goleador con 43 tantos y el salto a Tercera, para jugar 7 partidos y anotar 4 goles en el campeón, que tuvo un promedio de goles a favor de 3.60 por partido. A “Quito” se le grabaron en el subconsciente los permanentes diálogos con el DT: “para lograr las aspiraciones y ser un futbolista profesional, vamos a ir corrigiendo defectos, limando deficiencias”.

“Quito” volvió al Country, con el paso cansino; bordeó la concentración, pero su perfil bajo no le permitía pedir entrar, para no molestar. Eligió quedarse a la construcción más antigüa, La Casona, donde concentraban ellos. Cuando vio la estufa a leña, le pareció estar frente a un objeto religioso, de la misa pagana del fútbol.

Charlando con un encargado de prevención, Quito le explicaba cuando vistió estos colores, a lo que el muchacho le pidió que espere, “porque acá está laburando el Tinga Flores“. El resultado fue el abrazo más lindo del que empezó a tomar nota Facio grande, 76 años, el hincha que estudiaba veterinaria en La Plata en la gloriosa etapa, y que huía de los libros gracias al fenómeno Estudiantes, donde en juveniles jugaba un coterráneo, este Galay. Que en Semifinales de Cuarta, un partidazo ante Boca, hizo posible una hazaña que mostraba su facilidad para definir. Hasta los 54 minutos ganaban los Xeneizes por tres, en su cancha de “La Candela”, y Estudiantes lo remontó 4-3 (tres de Galay).

Otra tardecita de juveniles le embocó 6 a Banfield (al arquero La Volpe), en un 7-0. “¿Te acordás, Tinga?”.

Del Country Club “Mariano Mangano” al Estadio Nuevo UNO “Jorge Luis Hirschi”, para que la vida le cruce a un entrañable delantero con el que en 1972 se abrazó por los goles que juntos hacían en Primera, Daniel Romeo. “Quito”, que quería aflojarse, cada vez buscaba más aire. Y detrás de Romeo, viene otro señor delantero, Juan Ramón Verón, quien le estrechó la mano derecha y con la izquierda le dio unas cachetaditas al rostro incrédulo del visitante que ya era local-local. “Hace 51 años que no vengo…” Miraban por la calle 57, hacia el fondo, donde aparecían los duendes de la cancha que hoy es Estadio. “Mirá el jopo que tenés”, sonríe Romeo. “Tenemos una vida en común, no se olvida eso”, recalca El Bambi Flores, el arquero aquel, que apenas se enteró llegó a la misma velocidad del Wathsapp que le dio aviso de la presencia de Galay, a minutos del partido.

Los campeones del mundo se lo llevaron al Palco. Desde el minuto cero había estado con los Facio, la familia de Dolores, de su pueblo, que se fueron felices para la platea con abono familiar, la de 55: “Aprovechá a estar con tus compañeros”.

Daniel Romeo, aquel “Pechito” de calidad inmaculada, empezó a ver que el Red Bull Bragantino está “difícil”, y tira esas frases claras que este cronista le escuchó decir cuando dirigía a la primera albirroja (1992) y se abrían las puertas de un vestuario con vapores: “Conocen sus límites, esperan y juegan un poco de contra. Sobre todo nos clausuraron la salida de los dos laterales nuestros, sobre todo la de Godoy”.

En parte, coincide con el entrenador, quien escribe el comentario en la página web del Club: “Estudiantes se sintió incómodo en todo momento. Rodríguez, Ascacibar y Sosa fueron asfixiados por un doble o hasta triple marcaje ni bien recibieron la pelota”.
Los del Brasil vivían una verdadera final, que en la previa incluyó visita a la Catedral.

El segundo tiempo cambiará el rumbo. Cambio táctico, algo de tranquilidad y el penal que cobra el árbitro peruano, con la validación del VAR. Sorpresa, porque se acomodó el pibe de la 10. “Como Mauro venía de convertir en el partido anterior de la Copa, le pregunté si podía patear, me dio la confianza”, explicó Rollheiser.

Fue adentro. “… ¡Y dale a la sirena, y dale a la matracaaa! / ¡campeón americano, Estudiantes de La Plataaa!”. A Galay se le vinieron a la cabeza los sonidos de aquel long play; o bien su primer gol en Primera, precisamente de tiro penal, a Boca, en La Bombonera (torneo Metro 72). “Lo quería patear Togneri y le dije, no, dejá que voy yo, tenía 19 años y tenía mucha confianza”. Esa tarde, perdieron 2-3 y el otro gol lo metió Romeo. Qué destino que se volvieron a juntar. Mirá vos, Galay se convirtió en un especialista en ejecutar disparos desde los once metros. El último grito con la roja y blanca fue a Gimnasia (Nacional 72), de penal.
¿Cuántos años tenía Rollheiser cuando se quedó a vivir en La Plata? ¡12 años! Por ahí andaba usted, Galay, “claro, llegué con 14 y cumplí los 15 en La Plata”.

Y a los 24 años que hoy tiene Benjamín, es cuando Galay se marchó, para seguir en otros equipos, siendo referente del área: Los Andes y varios de Mar del Plata en la A.

El partido no daba para más, y más allá del dolor por la violencia que se generó en entre dos jovenes que perdieron la razón, los comentarios del fútbol son los que se imponen, pese a la prensa que replica una riña.

“No hubo diferencias (dice Romeo). Los equipos se conocen bien y los dos plantearon bien. Estudiantes lo tuvo sobre todo en el segundo tiemopo, cuando tuvo que salir a buscarlo, expuesto a las contras”.

Benjamín, que había vuelto a bailar (con la música la gente), coincidió: “Hicimos un segundo tiempo muy bueno”, y reconoce que “sabíamos que teníamos que ganar porque queda una última fecha. La esperanza de clasificar primero están”.

Domínguez, al fin sentado, en la silla de escritorio del moderno Auditorio, miró con optimismo: “Esto sigue abierto. Al equipo lo respetan”.

Un respeto que, por supuesto, no es el mismo cuando hablamos de respetar a un amigo. Como se lo cuidó y atendió a Galay, “Quito”, apodado así porque un abuelo “Paco” y un padre “Paquito”. Este hombre que el 27 de agosto celebrará sus 73 años, mientras es el director de la Escuela de fútbol de Ferrocarril Oeste de Dolores, donde lo quieren mucho: “Un señor con todas las letras, muy responsable, muy de palabra y gracias a la presencia de Quito muchos chicos optaron por venir a este club”, dice Juan Germán Facio, pincharrata acérrimo, padre de Gervasio.

Cuando le preguntamos cómo salió todo, desperezándose después del viaje largo de la ida y la vuelta, no encuentra palabras para este 7 de junio de 2023. “Fue todo muy lindo, muy raro”, cuenta con su tono campero.
Parecido a un cuento, que concluyó 1-1 y con suspenso hasta el 28 de junio.
La Copa Sudamericana, en el grupo C, se definirá en la última fecha de la fase de Grupos, con Estudiantes-Oriente Petrolero, y Bragantino (líder por diferencia de goles) recibiendo a Tacuary.
Los líderes tienen 11, pero distinta diferencia de gol: Bragantino +12, el Pincha +9.

By Gabriel Lopez