Cada noche, las calles se llenan de ruido, de motos que atraviesan la ciudad realizando maniobras imprudentes, sin importar el riesgo que implican para ellos mismos y los demás.
Recientemente, una vecina registró a un grupo de jóvenes que, desafiaban las normas de tránsito con sus motos y temerarias maniobras. Las imágenes, que se viralizaron rápidamente, fueron acompañadas de comentarios de otros vecinos, quienes aseguraron haber escuchado el estruendo de las motocicletas desde diversos puntos de la ciudad.
Este tipo de situaciones no son nuevas, y a pesar de los esfuerzos constantes de medios de comunicación, organizaciones gubernamentales, la problemática persiste. Es común ver campañas de concientización sobre la seguridad vial, acompañadas de controles de tránsito en busca de reducir los accidentes y promover una conducción responsable. Sin embargo, de acuerdo con los últimos datos de tránsito, en los últimos meses se han secuestrado alrededor de 120 motos y se han levantado casi 2000 actas de infracción. A pesar de estas acciones, los incidentes continúan y, lamentablemente, las noticias sobre jóvenes heridos o, incluso, muertos, son una constante en los medios de todo el país.
Muchas veces, también, nos vemos obligados a compartir cadenas de oración por aquellos que luchan por sus vidas tras accidentes de tránsito, o por familias devastadas por la pérdida de un ser querido.
Este ciclo de tragedias nos invita a reflexionar sobre el papel de la conciencia, la responsabilidad y la educación vial.
Es cierto que el control y las sanciones son necesarios, pero no suficientes si no hay un cambio de actitud a nivel individual y colectivo.
Es fundamental que en casa, se les enseñe a ver las consecuencias de sus actos y a comprender que cada vez que conducen de manera temeraria, no solo ponen en juego su vida, sino también la de quienes los rodean.
A esto se suma la necesidad de una mayor presencia de las familias, que jueguen un papel activo en la formación de valores como la prudencia, el respeto por la vida y el cuidado hacia los demás. La educación en casa y en las escuelas debe enfocarse en la importancia de tomar decisiones responsables, tanto al volante como al andar en moto. Un cambio de mentalidad que se logre con el tiempo y que involucre a todos los sectores de la sociedad.
La responsabilidad no solo recae sobre quienes tienen la facultad de sancionar a los infractores. Cada uno de nosotros, como parte de la comunidad, tiene un papel que desempeñar. Solo a través de un trabajo conjunto, donde se priorice la seguridad y el bienestar de todos, podremos avanzar.
Las motos, como cualquier otro medio de transporte, deben ser usadas con conciencia y responsabilidad. Si logramos cambiar nuestra forma de pensar y actuar, las calles serán un lugar más seguro para todos.