Hay un aspecto que desde hace años intentamos trabajar hacia la sociedad y no sin traspiés, por cierto, sobre un aspecto poco abordado hasta hace unos años en relación a la opresión a mujeres y niñas: la dominación simbólica, el principal mecanismo de sostén y reproducción del sistema patriarcal.

Por Verónica Bajo

Como toda dominación, es un hecho de violencia, por eso se la denomina “violencia simbólica” (concepto desarrollado por Pierre Bourdieu en los ´70 ) y se explicita a través de conductas que pasan a ser asumidas como naturales por el imaginario social. Vayamos a algunos ejemplos: festejar los 15 años, casamiento de blanco en las mujeres, acoso sexual callejero (mal llamados piropos).

Y también las elecciones de reinas o concursos de belleza, que se enmarcan dentro de la dominación simbólica a las mujeres.

Bourdieu dice que “existe una complicidad tácita entre el dominado y el dominador” que “la violencia simbólica es aquella forma de violencia que se ejerce sobre un agente con la anuencia de éste” perpetuando relaciones de dominación o poder útiles al patriarcado. Según la antropóloga Rita Segato, esta violencia es más efectiva cuando es más sutil.

El imaginario no ha cambiado, y si con el feminismo se ha logrado mejorar las condiciones objetivas de vida de las mujeres, no hemos conseguido superar este esquema simbólico patriarcal dominante. Es decir, que aunque podamos votar, manejar, estudiar, tener o no tener hijxs, divorciarnos, etc, la situación en lo profundo no cambia. ¿Qué ha sucedido para que, a pesar

de nuestra lucha, las mujeres del mundo sigamos siendo las más pobres de los pobres, y la posesión de la tierra esté en un 98% en manos de varones?

Lo del orden simbólico es difícil de detectar porque se basa en una serie de círculos viciosos sutiles en los que un término refuerza al otro.

La dominación simbólica va configurando las personalidades masculinas y femeninas, por ejemplo somos juzgadas por nuestra apariencia física: estamos obligadas a agradar según unos cánones adecuados a la percepción estética masculina.

Los medios de comunicación son extraordinarios aliados de esta violencia simbólica puesto que refuerzan el proceso de socialización de género reforzando el mismo tipo de valores y paisajes sociales. Los contenidos de las noticias, programas de ficción o de entretenimiento, reproducen aquello que la sociedad espera de mujeres y varones.

Dice Rita Segato: “¿Cómo se entiende que los medios que rapiñan el cuerpo de las mujeres, dando lección de burla, de crueldad y de ataque a la dignidad de las mujeres, luego dicen sumarse a estas campañas? ¿Qué pretende Tinelli cuando dice esas consignas si él vive como proxeneta de los culos y las tetas de las mujeres que captura con la lente de su cámara y exhibe en su escaparate para el escarnio público? “

Uno de los ejemplos más representativos de violencia simbólica que tiene Argentina son las elecciones de reinas y reinitas (concursos de belleza) organizadas y promovidas desde el Estado. O sea, el Estado mismo es ejecutor de violencia simbólica.

Desde Acciones Feministas empezamos a investigar este fenómeno de alta violencia simbólica organizado y promocionado desde los gobiernos a partir del año 2011.

Estas elecciones de reinas se entronan, usando lenguaje monárquico, como el evento principal (o casi) que tiene cada una de las cientas y cientas de fiestas populares que hay en Argentina: del camarón y langostino en Bahia Blanca, del Trigo, del Salame Quintero, de la Flor, de la Corvina Negra y

Rubia, del alfajor cordobes, del dulce de leche, de la vendimia, del sol, etc. De la guitarra en Dolores.

En muchos casos, y como accesorio, estas elecciones de reinas van acompañadas por las elecciones de reinitas: la de la Flor por el Capullo, la del Trigo con Miss espiguita, la del Salmon con la del Salmoncito. Las edades obligadas para estos “mini reinados” son entre 4 a 7 años. En algunos casos, se elige por sorteo, pero en otros las pequeñas deben desfilar por una pasarela y someterse a la decisión de un jurado.

Nos encontramos con cientos de reglamentos extremadamente sexistas y discriminatorios, muy similares entre sí, donde los requisitos mas preeminentes eran el rango de edad (la mayora incluía a menores), ser solteras, no ser madres, tener que desfilar en bikini o traje de baño, y tacos altos. Y ser medidas en busto, cintura y cadera, también altura, peso etc.

Chivilcoy fue la primera ciudad que prohibió las elecciones de reinas, noticia que llego a diarios internacionales como el New York Times, la BBC, diarios de basil, Francia, y por supuesto, a todo nuestro país. La iniciativa que fue presentada 2014 por la Secretaría de Género y la Asamblea por los Derechos de la Niñez y Adolescencia de la CTA Regional Chivilcoy-Chacabuco-Alberti, y tuvo apoyo de la CONSAVIG que con su titular Perla Prigohin viene haciendo un arduo y fructífero trabajo en la erradicación de estas prácticas. La belleza no es un hecho objetivable. Por lo tanto, calificarla y organizar un escenario de competencia es una situación discriminatoria y violenta”, agrega la ordenanza

Ya no hay debate que resista la defensa de un intendente, concejal, diputada, ministro o director de cultura como siendo juradxs de mujeres o adolescentes desfilando en tanga, o traje de baño, para ser evaluadas por sus medidas.

Esta “tinellización” del Estado, además de inadmisible, va en contra de la legislación vigente.

Apelamos a la erradicación de todo tipo de violencia a las mujeres y niñas.

Y sin duda, las elecciones de reinas y reinitas lo son.

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