Collage Teresita SE Piralli JC

Sendas distinciones obtuvieron los autores dolorenses miembros de AADE Dolores, Juan Carlos Pirali y Teresita Saint Esteben, en el Concurso Literario “Celeste y Blanco”, organizado por la Biblioteca Popular Almafuerte, de la localidad de Manuel Ocampo, partido de Pergamino. Los tres primeros premios fueron para Norberto Calul, de Wilde, Hilda Vale de Buenos Aires y Silverio Moreyra de Campana en ese orden. Por su parte, Pirali obtuvo la primera mención con “Vieja comarca” y Saint Esteben una mención especial por su “Como a veces el río…”.

Teresita SE F
COMO A VECES EL RÍO…

Desde la histórica casa

trae las voces el viento

del trascendental momento

que hoy la memoria repasa.

El sí unánime rebasa

las paredes del recinto;

sin cadenas ni precinto

se esparce la Independencia

como azahar en esencia,

en un cielito distinto.

Y en un tiempo más cercano

se inscribe otro hecho fundante:

la educación adelante

con los libros a la mano.

La Biblioteca en el llano

Manuel Ocampo inaugura

y con total desmesura

las puertas de otro universo

franquea hacia lo diverso,

a solas con la lectura.

El celebrar estas fechas

a un compromiso nos mueve:

que la sociedad se eleve

y zanje todas las brechas.

Honre así las marcas hechas

y como a veces el río

desbordado y en el desvío,

descubra el cauce extraviado

y discurra con buen hado,

sin zozobra a puro brío.

Teresita Saint Esteben de Faramiñán

Piralli JC

VIEJA COMARCA

Una escuela rural marcó el origen

con un grupo social en su aledaño.

Un anhelo de próspero futuro

en la pampa cerril de verdes campos.

Con el paso del tren llegó el progreso

y un puñado de sueños al poblado.

Sociedad de fomento, club, escuela,

y almacén con servicios a destajo.

Eran tiempos de paz y de armonía,

al amparo del agro y de los tambos.

Producción ganadera, queserías,

en promesa de avance para el pago.

Y se plantó en católica atalaya

la capilla, fervor del culto sacro.

Los domingos; encuentros y cuadreras,

y pelota a paleta, juego vasco.

Estación que aguardaba al “tren lechero”,

en eterno paisaje cotidiano.

Despedida amistosa en el pañuelo

y el regreso esperado en un abrazo.

La esperanza que el tren sembrara un día

caducó con el paso de los años,

y se fue por un rumbo sin regreso

por el mismo camino que la trajo.

Añoranzas de épocas mejores.

La ausencia de los rieles ha dejado,

un paraje metido en la memoria:

¡Una historia de tantas que pasaron!

Juan Carlos Pirali

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