Nuevas distinciones poéticas ha recibido el poeta dolorense Juan Carlos Pirali en certámenes de San Francisco, Córdoba y San Martín provincia Buenos Aires.
En el primer caso Pirali obtuvo el Segundo Premio por su obra “Abel Fleury”, en el encuentro literario nacional de poesía “Día Mundial del Arte 2024”, organizado por SDAE Filial San Francisco.
Por otra parte, en la ciudad bonaerense de San Martín con la organización de Musas Despiertas y la Bohemia Poesía, el autor dolorense fue distinguido con el Tercer Premio por su poema “Esquina sin ochava”.
ABEL FLEURY
Fue Dolores su cuna, hoy su tumba,
y su grato recuerdo es son y danza,
que difunden los vientos musicales
en las fiestas de todas las comarcas
De su suelo natal partió con sueños
y su fiel compañera; la guitarra.
Con acordes de notas armoniosas
Se abrazó con el triunfo que anhelaba.
El sonido sensual de su instrumento,
ordenaba el allegro en cada escala,
con caricias de cantos matinales
y paisajes silvestres de la pampa.
Un estilo vivaz, inconfundible,
en excelsos arpegios galopaba,
y armonías de primas y bordonas
impartían el ritmo a las mudanzas.
Su canto musical llevó el mensaje
de la tierra del sur que tanto amaba,
y en un rumbo de claves y cadencias
se hermanó con el arte y con la fama.
Diapasón, boca, mástil, clavijero,
conjunción musical en amalgama,
y en sus mágicos sones y latidos
florecieron milongas, gatos, zambas.
Un misterio secreto había en sus dedos
que imprimía sonidos en la caja.
Hoy su arte sublime está presente;
¡Oh poeta genial de la guitarra!
Juan Carlos Pirali
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ESQUINA SIN OCHAVA
No es tan sólo dominio del porteño
la defensa del ritmo ciudadano.
Cada pueblo aprisiona con orgullo,
un bastión musical con voz de tango.
Caserón con los pisos de ladrillos
habitado por duendes del pasado,
con paredes que acercan los recuerdos
de Pugliese, “Pichuco” y de Canaro.
Un salón con sonidos musicales;
más de un siglo de honra al dos por cuatro.
Un paisaje tanguero que perdura
con sensibles acordes de teclados.
Una luz mortecina puerta adentro;
un farol en la calle columpiando,
y la imagen prendida en la memoria
de compases de fuelles y de pianos.
Con el “funyi”, el charol y la gomina,
se “piantó” para siempre el empedrado,
y al archivo se fueron las historias
de las minas valientes y los guapos.
Mutaciones de estilos y costumbres;
pero siempre un sentir sigue amarrado.
En el ritmo sonoro de la orquesta
se memoran las glorias del fandango.
A la pálida y rústica fachada
almanaques del tiempo la cambiaron,
y un cartel luminoso con su brillo
se adueñó con el paso de los años.
El local de la esquina sin ochava
guarda ecos de roncos contrabajos,
y los grillos sonoros de violines
enaltecen la música del tango.
Juan Carlos Pirali