Esta historia que voy a contar tiene más de setenta años en su principio.

Se la puede ubicar allá en donde ya raleaba el gran monte del Tordillo. Para ubicarlos en el plano, en la gran planicie de la pampa deprimida por donde escurren las aguas, en tiempo de crecientes, entre Santo Domingo y General Conesa, tierras de lo que fuera, la estancia de Rico y Rebol y la de don Francisco Díaz, en las primeras décadas de 1800, por donde pasaba la vieja huella de Dolores a los montes grandes de Monsalvo.

Esta historia, en ese lugar, pero muchos años después, allí entre las estancias del Carancho Blanco, de aquel lugar, y en las mismas tierras de Tanche, con la laguna del mismo nombre hasta hoy.

En el lugar se encontraba la familia de mi abuela materna, doña Fermina Anza Urquiza Zunda, hija del que fuera Alcalde en la histórica estancia “La Rosa” de Acosta, y criador; y por supuesto mi madre, que cuando se casa y va a vivir a un puesto, campo alquilado y anexado a la estancia de “Las Chilcas” de Matienzo, que arrendaba la familia Pueyrredón, que tenía “Las Toscas; que estaba lindante.

Allí capataceaba mi abuelo Don Irineo Adolfo Suárez Luna, del memorable pago de la Magdalena, descendiente de la Genealogía Inmobiliaria Rural de ese lugar desde antes del 1800, desde la región, de donde vinieron los que fundarían el Curato de Nuestra Señora de los Dolores y la ciudad misma, luego, 1817- 1818.

Ahora voy al grano, con lo que les quiero contar, mi madre, María Etel Lorenza Casielles Anza, cuando viene a su casa, se trae un mulo, el cual ella había criado guacho, de allí le viene el nombre, “Huérfano”. Estuvo en el campo hasta su muerte, al igual que mi petiso colorado que me llevó a la escuela durante todos los años escolares, en yunta, a otro colorado sangre de toro.

Pero no nací sabiendo cabalgar, lo aprendí andando, en el mulo, una maravilla de animal, tan manso como una oveja, especial para hacer el trabajo de aprendizaje.

Es paradójico, en un mulo lo hice, aprendí a andar a caballo, así es, en ese híbrido de caballo y burra, una variedad de mulo, pues puede ser en contrario. Lo queríamos un montón, era medio alto, pero tan manso, especial para un niño de tan poca edad, como lo era en ese momento, y así cuando ya tuve que salir a encarar las dos leguas y media de ida y dos y media de vuelta, así, durante los seis años de primaria hasta Santo Domingo, a la escuela Nº 7, “Primera Junta”.

Es una historia que a menudo se repite en el campo, allí se convive y se vive con esos animales tan serviciales, que el hombre de campo valora extremadamente, para su trabajo. Animales súper inteligentes, y con ellos, ha sido el campo, el que ha apuntalado y sostiene la economía, el que vela por la tea del progreso para todos, agachando el lomo. ¿De dónde vienen los alimentos? El nos saca cuando las papas queman, y se repite durante décadas. El campo apuntaló y pone siempre el hombro a la Nación, desde antes, y luego de la Revolución de Mayo; entre mulas y caballos, se sostiene la Patria.

Noé Zenón Suárez Casielles-2017.

Imagen ilustrativa

La entrada ENTRE MULAS Y CABALLOS aparece primero en Criterio Online.